Pedro Salinas -Serás, amor...- |
martes, 13 de abril de 2004 |
Serás, amor...
¿Serás, amor un largo adiós que no se acaba? Vivir, desde el principio, es separarse. En el mismo encuentro con la luz, con los labios, el corazón percibe la congoja de tener que estar ciego y sólo un día. Amor es el retraso milagroso de su término mismo: es prolongar el hecho mágico de que uno y uno sean dos, en contra de la primer condena de la vida. Con los besos, con la pena y el pecho se conquistan, en afanosas lides, entre gozos parecidos a juegos, días, tierras, espacios fabulosos, a la gran disyunción que está esperando, hermana de la muerte o muerte misma. Cada beso perfecto aparta el tiempo, le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía. Ni en el lugar, ni en el hallazgo tiene el amor su cima: es en la resistencia a separarse en donde se le siente, desnudo altísimo, temblando. Y la separación no es el momento cuando brazos, o voces, se despiden con señas materiales. Es de antes, de después. Si se estrechan las manos, si se abraza, nunca es para apartarse, es porque el alma ciegamente siente que la forma posible de estar juntos es una despedida larga, clara y que lo más seguro es el adiós.
I wonder, love...
I wonder, love, are you a long farewell that never ends? From the first, living is separating. In the first encounter with light, with lips, the heart perceives the anguish of having to be blind and alone some day. Love is the miraculous delay of its own termination: it is prolonging the magical fact that one and one are two, in the face of the original senence of life. With kisses, with pain and the heart, we conquer in eager disputes, among delights that seem like games, days, lands, fabulous spaces, the great disjunction that is waiting, the sister of death or death itself. Each perfect kiss sets aside time, casts it behind, extends the brief world where one can still be kissed. Not in arrival, nor in discovery does love reach its summit: it is in the resistance to parting where you feel it, naked, exalted, trembling. And separation is not the moment when arms, or voices, bid farewell with material signs; it is from before, from after. If hands are clasped, if we embrace, it is never so we can leave, it is because the soul blindly feels that the possible form of being together is a long, clear farewell. And that the most certain thing is goodbye.Etiquetas: Pedro Salinas |
posted by Bishop @ 10:20 |
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