Pablo Neruda -Alberto Rojas Giménez viene volando- |
viernes, 18 de febrero de 2005 |
Alberto Rojas Giménez viene volando
Entre plumas que asustan, entre noches, entre magnolias, entre telegramas, entre el viento del Sur y el Oeste marino, vienes volando. Bajo las tumbas, bajo las cenizas, bajo los caracoles congelados, bajo las últimas aguas terrestres, vienes volando. Más abajo, entre niñas sumergidas, y plantas ciegas, y pescados rotos, más abajo, entre nubes otra vez, vienes volando. Más allá de la sangre y de los huesos, más allá del pan, más allá del vino, más allá del fuego, vienes volando. Más allá del vinagre y de la muerte, entre putrefacciones y violetas, con tu celeste voz y tus zapatos húmedos, vienes volando. Sobre diputaciones y farmacias, y ruedas, y abogados, y navíos, y dientes rojos recién arrancados, vienes volando. Sobre ciudades de tejado hundido en que grandes mujeres se destrenzan con anchas manos y peines perdidos, vienes volando. Junto a bodegas donde el vino crece con tibias manos turbias en silencio, con lentas manos de madera roja, vienes volando. Entre aviadores desaparecidos, al lado de canales y de sombras, al lado de azucenas enterradas, vienes volando. Entre botellas de color amargo, entre anillos de anís y desventura, levantando las manos y llorando, vienes volando. Sobre dentistas y congregaciones, sobre cines y túneles y orejas, con traje nuevo y ojos extinguidos, vienes volando. Sobre tu cementerio sin paredes donde los marineros se extravían, mientras la lluvia de tu muerte cae, vienes volando. Mientras la lluvia de tus dedos cae, mientras la lluvia de tus huesos cae, mientras tu médula y tu risa caen, vienes volando. Sobre las piedras en que te derrites, corriendo, invierno abajo, tiempo abajo, mientras tu corazón desciende en gotas, vienes volando. Oh amapola marina, oh deudo mío, oh guitarrero vestido de abejas, no es verdad tanta sombra en tus cabellos, vienes volando. No es verdad tanta sombra persiguiéndote, no es verdad tantas golondrinas muertas, tanta región oscura con lamentos, vienes volando. El viento negro de Valparaíso abre sus alas de carbón y espuma para barrer el cielo donde pasas, vienes volando. Hay vapores, y un frío de mar muerto, y silbatos, y meses, y un olor de mañana lloviendo y peces sucios, vienes volando. Hay ron, tú y yo, y mi alma donde lloro, y nadie, y nada, sino una escalera de peldaños quebrados, y un paraguas, vienes volando. Allí está el mar. Bajo de noche y te oigo venir volando bajo el mar sin nadie, bajo el mar que me habita, oscurecido, vienes volando. Oigo tus alas y tu lento vuelo, y el agua de los muertos me golpea como palomas ciegas y mojadas, vienes volando. Vienes volando, solo solitario, solo entre muertos, para siempre solo, vienes volando sin sombra y sin nombre, sin azúcar, sin boca, sin rosales, vienes volando.
Alberto Rojas Giménez comes flying
Among frightening feathers, among nights, Among magnolias, among telegrams, Among the South wind and the maritime West, You come flying. Beneath the tombs, beneath the ashes, Beneath the frozen snails, Beneath the last terrestrial waters, You come flying. Farther down, among submerged girls, And blind plants, and broken fish, Father down, among clouds again, You come flying. Beyond blood and bones, Beyond bread, beyond wine, Beyond fire, You come flying. Beyond vinegar and death, Among putrefaction and violets, With your celestial voice and your damp shoes, You come flying. Over delegations and drugstores, And wheels, and lawyers, and warships, And red teeth recently pulled, You come flying. Over sunken-roofed cities Where huge women take down their hair With broad hands and lost combs, You come flying. Next to vaults where the wine grows With tepid turbid hands, in silence, With slow, red-wooden hands, You come flying... Among bitter-colored bottles, Among rings of anise and misfortune, Lifting your hands and weeping, You come flying. Over dentists and congregations, Over movie houses and tunnels and ears, With a new suit and extinguished eyes, You come flying. Over your wall-less cemetery, Where sailors go astray, While the rain of your death falls, You come flying. While rain of your fingers falls, While the rain of your bones falls, While your marrow and your laughter fall, You come flying. Over the stones on which you melt, Running, down winter, down time, While your hearth descends in drops, You come flying. You are not there, surrounded by cement, And black hearts of notaries, And infuriated riders’ bones: You come flying Oh sea poppy, oh my kinsman, Oh guitar player dressed in bees, There can’t be so much shadow in your hair: You come flying There can’t be so much shadow pursuing you, There can’t be so many dead swallows, So much dark lamenting land: You come flying. The black wind of Valparaíso Opens its wings of coal and foam To sweep the sky where you pass: You come flying. There are ships, and a dead-sea cold, And whistles, and months, and a smell Of rainy morning and dirty fish: You come flying. There is rum, you and I, and my heart where I weep, And nobody, and nothing, but a staircase Of broken steps, and an umbrella: You come flying. There lies the sea. I go down at night and I hear you Come flying under the sea without anyone, Under the sea that dwells in me, darkened: You come flying. I hear your wings and your slow flight, And the water of the dead strikes me Like blind wet doves: You come flying. You come flying, alone, solitary, Along among the dead, forever along, You come flying without a shadow and without a name, Without sugar, without a mouth, without rosebushes, You come flying.
Translated by Donald D. WalshEtiquetas: Pablo Neruda |
posted by Bishop @ 2:02 |
|
|