Pablo Neruda -Epitalamio- |
jueves, 17 de febrero de 2005 |
Epitalamio Recuerdas cuando en invierno llegamos a la isla? El mar hacia nosotros levantaba una copa de frío. En las paredes las enredaderas susurraban dejando caer hojas oscuras a nuestro paso. Tú eras también una pequeña hoja que temblaba en mi pecho. El viento de la vida allí te puso. En un principio no te vi: no supe que ibas andando conmigo, hasta que tus raíces horadaron mi pecho, se unieron a los hilos de mi sangre, hablaron por mi boca, florecieron conmigo. Así fue tu presencia inadvertida, hoja o rama invisible y se pobló de pronto mi corazón de frutos y sonidos. Habitaste la casa que te esperaba oscura y encendiste las lámparas entonces. Recuerdas, amor mío, nuestros primeros pasos en la isla? Las piedras grises nos reconocieron, las rachas de la lluvia, los gritos del viento en la sombra. Pero fue el fuego nuestro único amigo, junto a él apretamos el dulce amor de invierno a cuatro brazos. El fuego vio crecer nuestro beso desnudo hasta tocar estrellas escondidas, y vio nacer y morir el dolor como una espada rota contra el amor invencible. Recuerdas, oh dormida en mi sombra, cómo de ti crecía el sueño, de tu pecho desnudo abierto con sus cúpulas gemelas hacia el mar, hacia el viento de la isla y cómo yo en tu sueño navegaba libre, en el mar y en el viento atado y sumergido sin embargo al volumen azul de tu dulzura? Oh dulce, dulce mía, cambió la primavera los muros de la isla. Apareció una flor como una gota de sangre anaranjada, y luego descargaron los colores todo su peso puro. El mar reconquistó su transparencia, la noche en el cielo destacó sus racimos y ya todas las cosas susurraron nuestro nombre de amor, piedra por piedra dijeron nuestro nombre y nuestro beso. La isla de piedra y musgo resonó en el secreto de sus grutas como en tu boca el canto, y la flor que nacía entre los intersticios de la piedra con su secreta sílaba dijo al pasar tu nombre de planta abrasadora, y la escarpada roca levantada como el muro del mundo reconoció mi canto, bienamada, y todas las cosas dijeron tu amor, mi amor, amada, porque la tierra, el tiempo, el mar, la isla, la vida la marea, el germen que entreabre sus labios en la tierra, la flor devoradora, el movimiento de la primavera, todo nos reconoce. Nuestro amor ha nacido fuera de las paredes, en el viento, en la noche, en la tierra, y por eso la arcilla y la corola, el barro y las raíces saben cómo te llamas, y saben que mi boca se juntó con la tuya porque en la tierra nos sembraron juntos sin que sólo nosotros lo supiéramos y que crecemos juntos y florecemos juntos y por eso cuando pasamos, tu nombre está en los pétalos de la rosa que crece en la piedra, mi nombre está en las grutas. Ellos todo lo saben, no tenemos secretos, hemos crecido juntos pero no lo sabíamos. El mar conoce nuestro amor, las piedras de la altura rocosa saben que nuestros besos florecieron con pureza infinita, cómo en sus intersticios una boca escarlata amanece: así conocen nuestro amor y el beso que reúne tu boca y la mía en una flor eterna. Amor mía, la primavera dulce, flor y mar, nos rodean. No la cambiamos por nuestro invierno, cuando el viento comenzó a descifrar tu nombre que hoy en todas las horas repite, cuando las hojas no sabían que tú eras una hoja, cuando las raíces no sabían que tú me buscabas en mi pecho. Amor, amor, la primavera nos ofrece el cielo, pero la tierra oscura es nuestro nombre, nuestro amor pertenece a todo el tiempo y la tierra. Amándonos, mi brazo bajo tu cuello de arena esperaremos cómo cambia la tierra y el tiempo en la isla, cómo caen las hojas de las enredaderas taciturnas, cómo se va el otoño por la ventana rota. Pero nosotros vamos a esperar a nuestro amigo, a nuestro amigo de ojos rojos, el fuego, cuando de nuevo el viento sacuda las fronteras de la isla y desconozca el nombre de todos, el invierno nos buscará, amor mío, siempre, nos buscará, porque lo conocemos, porque no lo tememos, porque tenemos con nosotros el fuego para siempre. Tenemos la tierra con nosotros para siempre, la primavera con nosotros para siempre, y cuando se desprenda de las enredaderas una hoja tú sabes amor mío, qué nombre viene escrito en esa hoja, un nombre que es el tuyo y es el mío, nuestro nombre de amor, un solo ser, la flecha que atravesó el invierno, el amor invencible, el fuego de los días, una hoja que me cayó en el pecho, yo una hoja del árbol de la vida que hizo nido y cantó que echó raíces, que dio flores y frutos. Y así ves, amor mío cómo marcho por la isla, por el mundo, seguro en medio de la primavera, loco de luz en el frío, andando tranquilo en el fuego, levantando tu peso de pétalo en mis brazos como si nunca hubiese caminado sino contigo alma mía, como si no supiera caminar sino contigo, corno si no supiera cantar sino cuando tú cantas.
Epithalamium
Do you remember when in winter we reached the island? The sea raised toward us a crown of cold. On the walls the climbing vines murmured letting dark leaves fall as we passed. You too were a little leaf that trembled on my chest. Life's wind put you there. At first I did not see you: I did not know that you were walking with me, until your roots pierced my chest, joined the threads of my blood, spoke through my mouth, flourished with me. Thus was your inadvertent presence, invisible leaf or branch, and suddenly my heart was filled with fruits and sounds. You occupied the house that darkly awaited you and then you lit the lamps. Do you remember, my love, our first steps on the island? The gray stones knew us, the rain squalls, the shouts of the wind in the shadow. But the fire was our only friend, next to it we hugged the sweet winter love with four arms. The fire saw our naked kiss grow until it touched hidden stars, and it saw grief be born and die like a broken sword against invincible love. Do you remember, oh sleeper in my shadow, how sleep would grow in you, from your bare breast open with its twin domes toward the sea, toward the wind of the island, and how I in your dream sailed free, in the sea and in the wind yet tied and sunken in the blue volume of your sweetness? Oh sweet, my sweet, spring changed the island's walls. A flower appeared like a drop of orange blood, and then the colors discharged all their pure weight. The sea reconquered its transparency, night in the sky outlined its clusters and now all things murmured our name of love, stone by stone they said our name and our kiss. The island of stone and moss echoed in the secret of its grottoes like the song in your mouth, and the flower that was born between the crevices of the stone with its secret syllable spoke, as it passed, your name of blazing plant and the steep rock, raised like the wall of the world, knew my song, well beloved, and all things spoke of your love, my love, beloved, because earth, time, sea, island, life, tide, the seed that half opens its lips in the earth, the devouring flower, the movement of spring, everything recognizes us. Our love was born outside the walls, in the wind, in the night, in the earth, and that's why the clay and the flower, the mud and the roots know your name, and know that my mouth joined yours because we were sown together in the earth and we alone did not know it and that we grow together and flower together and therefore when we pass, your name is on the petals of the rose that grows on the stone, my name is in the grottoes. They know it all, we have no secrets, we have grown together but we did not know it. The sea knows our love, the stones of the rocky height know that our kisses flowered with infinite purity, as in their crevices a scarlet mouth dawns: just as our love and the kiss that joins your mouth and mine in an eternal flower. My love, sweet spring, flower and sea, surround us. We did not change it for our winter, when the wind began to decipher your name that today at all hours it repeats, when the leaves did not know that you were a leaf, when the roots did not know that you were seeking me in my breast. Love, love, spring offers us the sky, but the dark earth is our name, our love belongs to all time and the earth. Loving each other, my arm beneath your neck of sand, we shall wait as earth and time change on the island, as the leaves fall from the silent climbing vines, as autumn departs through the broken window. But we are going to wait for our friend, our redeyed friend, the fire, when the wind again shakes the frontiers of the island and does not know the names of everyone, winter will seek us, my love, always it will seek us, because we know it, because we do not fear it, because we have with us fire forever, we have earth with us forever, spring with us forever, and when a leaf falls from the dimbing vines, you know, my love, what name is written on that leaf, a name that is yours and mine, our love name, a single being, the arrow that pierced winter, the invincible love, the fire of the days, a leaf that dropped upon my breast, a leaf from the tree of life that made a nest and sang, that put out roots, that gave flowers and fruits. And so you see, my love, how I move around the island, around the world, safe in the midst of spring, crazy with light in the cold, walking tranquil in the fire, lifting your petal weight in my arms as if I had never walked except with you, my heart, as if I could not walk except with you, as if I could not sing except when you sing.Etiquetas: Pablo Neruda |
posted by Bishop @ 15:41 |
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