La mamadre
La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
del sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita menuda y apagándose,
encendiéndose para que todos vean el camino.
Oh, dulce mamadre
-nunca pude decir madrastra-,
ahora mi boca tiembla para definirte,
porque apenas abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro de la casa
y tu humildad ubicua desgranando
el áspero cereal de la pobreza
como si hubieras ido repartiendo
un río de diamantes.
Ay mamá, cómo pude vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo tu Marverde en mi sangre,
el apellido del pan que se reparte,
de aquellas dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura, al pequeño ataúd
donde por vez primera estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.
The more-mother
My more-mother comes by
In her wooden shoes. Last night
The wind blew from the pole the roof tiles
Broke, and walls and bridges fell.
The pumas of night howled all night long,
And now, in the morning
Of icy sun, she comes,
my more-mother, Doña
Trinidad Marverde,
Soft as the tentative freshness
Of the sun in storm country,
A frail lamp, self-effacing,
Lighting up to show others the way.
Dear more-mother,
I was never able to say stepmother!
At this moment my mouth trembles to define you,
For hardly had I begun to understand
Than I saw goodness in poor dark clothes,
A practical sanctity-
Goodness of water and flour,
That’s what you were. Life made you into bread,
And there we fed on you,
Long winter to forlorn winter
With raindrops leaking inside the house,
And you, ever present in your humility,
Sifting the bitter grain-seed of poverty
As if you were engaged in
Sharing out a river of diamonds.
Oh, mother, how could I not go on remembering you
In every living minute?
Impossible. I carry your Marverde in my blood,
Surname of the shared bread,
Of those gentle hands
Which shaped from a flour sack
My childhood clothes,
Of the one who cooked, ironed, washed,
Planted, soothed fevers,
And when everything was done
And I at last was able to stand on my own sure feet,
She went off, fulfilled, dark, off in her small coffin
Where for once she was idle
Under the hard rain of Temuco.
Translated by Alastair Reed
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