Pablo Neruda -Macchu Picchu- VIII- |
viernes, 18 de febrero de 2005 |
Macchu Picchu
VIII. Sube conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas. La plata torrencial del Urubamba hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera, la planta pétrea, la guirnalda dura sobre el silencio del cajón serrano. Ven, minúscula vida, entre las alas de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado- apartando esmeraldas combatidas, oh agua salvaje, bajas de la nieve.
Amor, amor, hasta la noche abrupta, desde el sonoro pedernal andino, hacia la aurora de rodillas rojas, contempla el hijo ciego de la nieve.
Oh, Wilkamayu de sonoros hilos, cuando rompes tus truenos lineales en blanca espuma, como herida nieve, cuando tu vendaval acantilado canta y castiga despertando al cielo, qué idioma traes a la oreja apenas desarraigada de tu espuma andina?
Quién apresó el relámpago del frío y lo dejó en la altura encadenado, repartido en sus lágrimas glaciales, sacudido en sus rápidas espadas, golpeando sus estambres aguerridos, conducido en su cama de guerrero, sobresaltado en su final de roca?
Qué dicen tus destellos acosados? Tu secreto relámpago rebelde antes viajó poblado de palabras? Quién va rompiendo sílabas heladas, idiomas negros, estandartes de oro, bocas profundas, gritos sometidos, en tus delgadas aguas arteriales?
Quién va cortando párpados florales que vienen a mirar desde la tierra? Quién precipita los racimos muertos que bajan en tus manos de cascada a desgranar su noche desgranada en el carbón de la geología?
Quién despeña la rama de los vínculos? Quién otra vez sepulta los adioses?
Amor, amor, no toques la frontera, ni adores la cabeza sumergida: deja que el tiempo cumpla su estatura en su salón de manantiales rotos, y, entre el agua veloz y las murallas, recoge el aire del desfiladero, las paralelas láminas del viento, el canal ciego de las cordilleras, el áspero saludo del rocío, y sube, flor a flor, por la espesura, pisando la serpiente despeñada.
En la escarpada zona, piedra y bosque, polvo de estrellas verdes, selva clara, Mantur estalla como un lago vivo o como un nuevo piso del silencio.
Ven a mi propio ser, al alba mía, hasta las soledades coronadas. (...)
Macchu Picchu
VIII. Come up with me, American love.
Kiss these secret stones with me. The torrential silver of the Urubamba Makes the pollen fly to its golden cup.
The hollow of the bindweed’s maze The petrified plant, the inflexible garland, Soar above the silence of these mountain coffers. Come, diminutive life, between the wings Of the earth, while you, cold, crystal in the hammered air Thrusting embattled emeralds apart, Oh save waters, fall from the hems of snow.
Love, love, until the night collapses From the singing Andes flint Down to the dawn’s red knees, Come out and contemplate the snow’s blind son. Oh, Wilkamayu of the sounding looms, When you rend your skeins of thunder In white foam clouds of wounded snow,
When your south wind falls like an avalanche Roaring and belting to arouse the sky, What language do you wake in an ear Freed but a moment from your Andean spine?
Who caught the lightning of the cold, Abandoned it, chained to the heights, Dealt out among its frozen tears, Brandished upon its nimble swords- Its seasoned stamens pummeled hard- Led to a warrior’s bed, Hounded to his rocky conclusions?
What do your harried scintillations whisper? Did your sly, rebellious flash Go traveling once, populous with words? Who wanders grinding frozen syllables, Black languages, gold-threaded banners, Fathomless mouths and trampled cries In your tenuous arterial waters?
Who goes dead-heading blossom eyelids Come to observe us from the far earth? Who scatters dead seed clusters Dropping from your cascading hands To bed their own disintegration here In coal’s geology?...
Love, love, do not come near the border, Avoid adoring this sunken head:
Let time exhaust all measure In its abode of broken overtures- Here, between cliffs and rushing waters, Take to yourself the air among these passes, The laminated image of the wind, The blind canal threading high cordilleras, Dew with its bitter greetings, And climb, flower by flower, through the thicknesses Trampling the coiling Lucifer.
In this steep zone of flint and forest, Green stardust, jungle-clarified, Mantur, the valley, cracks like a living lake Or a new level of silence.
Come to my very being, to my own dawn, Into crowned solitudes. (...)Etiquetas: Pablo Neruda |
posted by Bishop @ 3:08 |
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