Pablo Neruda -Vegetaciones- |
viernes, 18 de febrero de 2005 |
Vegetaciones
A las tierras sin nombres y sin números bajaba el viento desde otros caminos, traía la lluvia hilos celestes, y el dios de los altares impregnados devolvía las flores y las vidas. En la fertilidad crecía el tiempo. El jacarandá elevaba espuma hecha de resplandores transmarinos, la araucaria de lanzas erizadas era la magnitud contra la nieve, el primordial árbol caoba desde su copa destilaba sangre, y al Sur de los alerces, el árbol trueno, el árbol rojo, el árbol de la espina, el árbol madre, el ceibo bermellón, el árbol caucho, eran volumen terrenal, sonido, eran territoriales existencias. Un nuevo aroma propagado llenaba, por los intersticios de la tierra, las respiraciones convertidas en humo y fragancia: el tabaco silvestre alzaba su rosal de aire imaginario. Como una lanza terminada en fuego apareció el maíz, y su estatura se desgranó y nació de nuevo, diseminó su harina, tuvo muertos bajo sus raíces, y luego, en su cuna, miró crecer los dioses vegetales... Y aun en las llanuras como láminas del planeta , bajo un fresco pueblo de estrellas, rey de la hierba, el ombú detenía el aire libre, el vuelo rumoroso y montaba la pampa sujetándola con su ramal de riendas y raíces. América arboleda, zarza salvaje entre los mares, de polo a polo balanceabas, tesoro verde, tu espesura. Germinaba la noche en ciudades de cáscaras sagradas, en sonoras maderas, extensas hojas que cubrían la piedra germinal, los nacimientos. Útero verde, americana sabana seminal, bodega espesa, una rama nació como una isla, una hoja fue forma de la espada, una flor fue relámpago y medusa, un racimo redondeó su resumen, una raíz descendió a las tinieblas.
Vegetation
To the lands without name or number, The wind blew down from other domains, The rain brought celestial threads, And the god of the impregnated altars Restored flowers and lives. In fertility time grew. The jacaranda raised its froth Of transmarine splendor, The araucaria, bristling with spears, Was magnitude against the snow, The primordial mahogany tree Distilled blood from its crown, And to the South of the cypress, The thunder tree, the red tree, The thorn tree, the mother tree, The scarlet ceibo, the rubber tree Were earthly volume, sound, Territorial existence. A newly propagated aroma Suffused, through the interstices Of the earth, the breaths Transformed into mist and fragrance: Wild tobacco raised Its rosebush of imaginary air. Like a fire-tipped spear Corn emerged, its stature Was stripped and it gave forth again, Disseminated its flour, had Corpses beneath its roots, And then, in its cradle, it watched The vegetable gods grow... And still on the prairies, Like laminas of the planet, Beneath a fresh republic of stars, The ombú, king of the grass, stopped The free air, the whispering flight, And mounted the pampa, holding it in With a bridle of reins and roots. Arboreal America Wild bramble between the seas, From pole to pole you balanced, Green treasure, your dense growth. The night germinated In cities of sacred pods, In sonorous woods, Outstretched leaves covering The germinal stone, the births. Green uterus, seminal American savanna, dense storehouse, A branch was born like an island, A leaf was shaped like a sword, A flower was lightning and medusa, A cluster rounded off its resume, A root descended in the darkness.
Translated by Jack SchmittEtiquetas: Pablo Neruda |
posted by Bishop @ 2:10 |
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