La casa
La mesa, hijo, está tendida en blancura quieta de nata, y en cuatro muros azulea, dando relumbres, la cerámica. Ésta es la sal, éste el aceite y al centro el Pan que casi habla. Oro más lindo que oro del Pan no está ni en fruta ni en retama, y da su olor de espiga y horno una dicha que nunca sacia. Lo partimos, hijito, juntos, con dedos duros y palma blanda, y tú lo miras asombrado de tierra negra que da flor blanca.
Baja la mano de comer, que tu madre también la baja. Los trigos, hijo, son del aire, y son del sol y de la azada; pero este Pan «cara de Dios» no llega a mesas de las casas. Y si otros niños no lo tienen, mejor, mi hijo, no lo tocaras, y no tomarlo mejor sería con mano y mano avergonzadas. (...)
The house
The table, son, is laid with the quiet whiteness of cream, and on four walls ceramics gleam blue, glint light. Here is the salt, here the oil, in the center, bread that almost speaks. Gold more lovely than gold of bread is not in broom plant or fruit, and its scent of wheat and oven gives unfailing joy. We break bread, little son, together with our hard fingers, our soft palms, while you stare in astonishment that black earth brings forth a white flower.
Lower your hand that reaches for food as your mother also lowers hers. Wheat, my son, is of air, of sunlight and hoe; but this bread, called "the face of God", is not set on every table. And if other children do not have it, better, my son, that you not touch it, better that you do not take it with ashamed hands. (...)
Translated by Doris DanaEtiquetas: Gabriela Mistral |