La tierra de Alvargonzález
Otros días
I Ya están las zarzas floridas y los ciruelos blanquean; ya las abejas doradas liban para sus colmenas, y en los nidos, que coronan las torres de las iglesias, asoman los garabatos ganchudos de las cigüeñas. Ya los olmos del camino y chopos de las riberas de los arroyos, que buscan al padre Duero, verdean. El cielo está azul, los montes sin nieve son de violeta. La tierra de Alvargonzález se colmará de riqueza; muerto está quien la ha labrado, mas no le cubre la tierra.
II La hermosa tierra de España adusta, fina y guerrera Castilla, de largos ríos, tiene un puñado de sierras entre Soria y Burgos como reductos de fortaleza, como yelmos crestonados, y Urbión es una cimera.
III Los hijos de Alvargonzález, por una empinada senda, para tomar el camino de Salduero a Covaleda, cabalgan en pardas mulas, bajo el pinar de Vinuesa. Van en busca de ganado con que volver a su aldea, y por tierra de pinares larga jornada comienzan. Van Duero arriba, dejando atrás los arcos de piedra del puente y el caserío de la ociosa y opulenta villa de indianos. El río. al fondo del valle, suena, y de las cabalgaduras los cascos baten las piedras. A la otra orilla del Duero canta una voz lastimera: «La tierra de Alvargonzález se colmará de riqueza, y el que la tierra ha labrado no duerme bajo la tierra.»
IV Llegados son a un paraje en donde el pinar se espesa, y el mayor, que abre la marcha, su parda mula espolea, diciendo: —Démonos prisa; porque son más de dos leguas de pinar y hay que apurarlas antes que la noche venga. Dos hijos del campo, hechos a quebradas y asperezas, porque recuerdan un día la tarde en el monte tiemblan. Allá en lo espeso del bosque otra vez la copla suena: «La tierra de Alvargonzález se colmará de riqueza, y el que la tierra ha labrado no duerme bajo la tierra».
V Desde Salduero el camino va al hilo de la ribera; a ambas márgenes del río el pinar crece y se eleva, y las rocas se aborrascan, al par que el valle se estrecha. Los fuertes pinos del bosque con sus copas gigantescas y sus desnudas raíces amarradas a las piedras; los de troncos plateados cuyas frondas azulean, pinos jóvenes; los viejos, cubiertos de blanca lepra, musgos y líquenes canos que el grueso tronco rodean, colman el valle y se pierden rebasando ambas laderas Juan, el mayor, dice: —Hermano, si Blas Antonio apacienta cerca de Urbión su vacada, largo camino nos queda. —Cuando hacia Urbión alarguemos se puede acortar de vuelta, tomando por el atajo, hacia la Laguna Negra y bajando por el puerto de Santa Inés a Vinuesa. —Mala tierra y peor camino. Te juro que no quisiera verlos otra vez. Cerremos los tratos en Covaleda; hagamos noche y, al alba, volvámonos a la aldea por este valle, que, a veces, quien piensa atajar rodea. Cerca del río cabalgan los hermanos, y contemplan cómo el bosque centenario, al par que avanzan, aumenta, y la roqueda del monte el horizonte les cierra. El agua, que va saltando, parece que canta o cuenta: «La tierra de Alvargonzález se colmará de riqueza, y el que la tierra ha labrado no duerme bajo la tierra».
The land of Alvargonzález
Other days
1 Brambles are blossoming and cherry trees whiten and the gold bees suck pollen for their hives, and in their nests crowning the church towers glow the storks' spindly pothooks. The elms along the road and the poplars on the banks of deep rivers turn green, looking for father Duero. The firmament is blue, the snowless mountains violet. The land of Alvargonzález overflows with richness. He who worked it is dead but earth doesn't cover him.
2 Handsome land of Spain, parched, fine and warlike Castile, of the long rivers, with its fist of sierras between Soria and Burgos, with fortified ramparts like huge helmets festooned with Urbi'n, the final crest.
3 The sons of Alvargonzález are riding dark mules together along a steep path up under the pines of Vinuesa to reach the highway from Salduero to Covaleda. They're going to buy cattle and drive them to their village and through the pine forest they begin the day journey. They climb above the Duero, leaving behind the bridge with stone arches and the idle opulent house of the migrants. The river dreams deep in the valley, and their beasts' iron shoes batter the rocks. On the other bank of the Duero a mournful voice is singing: “The land of Alvargonzález overflows with riches, and he who worked the land cannot sleep below the earth.”
4 Coming upon a spot where the pinewood thickens, the brother leading the way spurs his dark mule, screaming, 'Goddamit, get going! We've got miles and miles before the night traps us. The two sons of the fields made of gorges and bitterness remember an afternoon, and quake before mountain night. In the densest part of the forest again they hear the voices: “The land of Alvargonzález overflows with riches, and he who worked the land cannot sleep below the earth.”
5 The road beyond Salduero follows a thread of water. On both banks of the river the pine trees grow and soar, and great rocks loom blurry while the low valley narrows. Strong pines of the forest with gigantic spreading tops and tribes of naked roots clinging onto boulders. Some of their trunks are silver, their needles turning blue: the young ones. The old ones covered with leprous toadstools, moss and gray lichen gnaw their heavy bark. The valley gone below them with nothing on either side, Juan the elder, says, 'Brother, if Blas Antonio's cattle are grazing on Urbi'n, we have a long road to go. 'When we leave the mountain, we can take a shortcut by going by Laguna Negra and cutting down to the port from Santa Inés to Vinuesa.
'Bad lands and worse road. I swear to you I don't want to see them again! Let's do our business in Covaleda, stay the night, leave at daybreak and ride back to the village through the valley. Sometimes the shortcut is the long way.
By the river the brothers ride, pondering how the centenary forest hugely expands with every step they take, how the mountain's rocky slope closes down the horizon, and the tumbling waters seem to sing or recount: “The land of Alvargonzález overflows with riches, and he who worked the land cannot sleep below the earth.”
Translated by Willis BarnstoneEtiquetas: Antonio Machado |